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29/11/2010 Nuevos monstruos añadidos al bestiario

 

 Renacidos en la cripta (Tema privado, solo Erik, Alex y yo podemos postear en el.)

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Marcus
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Marcus



Ficha de Personaje
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MensajeTema: Renacidos en la cripta (Tema privado, solo Erik, Alex y yo podemos postear en el.)   Renacidos en la cripta (Tema privado, solo Erik, Alex y yo podemos postear en el.) EmptyDom Jun 20, 2010 2:44 am

(Off:

En homenaje a todos aquellos sueños sin cumplir… a todos aquellos grandes roleros que hicieron de nosotros lo que somos… pero sobre todo… por aquel gran foro en el que vivimos tantas aventuras y tantas emociones… gracias a Zero no Tsukaima, Crónicas de Halkeginia y a todos aquellos que cruzaron líneas con nosotros…

El relato que vamos a contar, es la continuación de una elaborada trama, de quien seria y será por siempre, mi primer personaje creado en un foro de rol. Aono Tsukune, con él conocí por primera vez, lo que más adelante seria uno de mis mayores vicios, el Rol escrito, además de que, si no fuese por él, nunca hubiese conocido a dos de mis mejores amigos hasta el momento, Auguste Lambert (Erik) y Alexuto Kuromaki (Alex). Estos personajes, tuvieron su historia en un foro de rol ya muerto, para nuestro pesar: Zero no Tsukaima, Crónicas de Halkeginia, uno de los mejores... ¿Qué digo? El mejor foro de Zero no Tsukaima que jamás halla existido. En él nos formamos como roleros, hasta lo que somos hoy en día, aunque puedo asegurar, que nuestros post aquí, no son ni la sombra de los que hacíamos en aquel foro (Recuerdo uno muy especial en el que empleé 5 páginas de Word con letra pequeña xD) Esto es una dedicatoria para aquellos momentos tan entretenidos y llenos de emoción que pasamos en aquel foro todos nosotros, que además, por desdichas del destino nos vimos obligados a abandonar, provocando con ello la desaparición del propio foro… (Fue como si los pilares maestros de una casa, hubieran desaparecido de golpe.)

Desde que nos vimos obligados a cortar nuestras historias tan repentinamente, provocando la desaparición de todo aquello que habíamos logrado… desde ese momento, no hemos podido olvidar todos aquellos cabos sueltos que dejamos sin atar. Todos aquellos planes, todos aquellos proyectos e ideas… hasta hoy, pues hemos decidido, que aquellos personajes que nos habían dado tantas emociones diversas, y con los que teníamos planeado continuar por siempre, no merecen ser olvidados. Hemos decidido atar todos los cabos sueltos, continuar las historias y ponerles un fin… pues si esto no se llevase a cabo, ninguno de los tres lograría olvidar, todo aquello que nos vimos obligados a dejar atrás. Desde hoy, comienza el largo camino a completar aquellas historias, y aquellos sueños rotos.

Ahora, haré un breve resumen de las viviendas de los tres, desde la aparición de Aono, hasta aquellas oscuras horas en la cripta.

Recordad, que todo lo ocurrido aquí pertenece a otro mundo diferente al de Aunt. Por lo no os extrañéis que no comprendáis lo ocurrido.

On)


Primer día:

Aono llega a la academia, está muy nervioso, lo que le impide conciliar el sueño. En un intento por que le entre el sopor, se queda varias horas leyendo diversos libros, los cuales no hacen más que desvelarlo por completo.

Al amanecer, y cuando aún quedaban varias horas para el inicio, de lo que serian sus primeras clases, decide bajar al patio, donde tras un rato practicando uno de sus conjuros utilizando un árbol como diana, hace aparición un curioso personaje, el cual, portaba un gran libro. Este se sentó contra el muro, y Aono muerto de curiosidad por el inmenso volumen que este portaba, se acercó a él con la intención de conseguir echar un rápido vistazo a su contenido. En ese momento, conoció a quien sería, uno de sus más valerosos compañeros en el transcurso de su estancia en la academia. Auguste Lambert.

Tras entablar una amistosa charla, deciden acudir al salón de duelos, donde quedan en que perdería el que antes callera al suelo por el cansancio. En el transcurso del combate, hicieron galardón de una habilidad e imaginativita en el empleo de un único conjuro impresionante, logrando hacer que el encuentro se mantuviera igualado en todo momento, pero como solo podía haber un vencedor, Aono empleando su conjuro de una forma inesperada, logra acertar de lleno sobre su compañero, haciendo que el combate tuviera fin. Tras volver a charlar un rato, y percatarse de que se habían quedado bastante magullados y empapados, se percatan de que las clases están a punto de empezar, haciendo que ambos salieran a trote cada uno a sus respectivas aulas.

Tras las clases y una relajante ducha, Aono acaba descubriendo la biblioteca de la academia, donde gracias a un libro de conjuros, descubre nuevos conjuros y sortilegios, los cuales, guardó en su memoria para más adelante, sacarlos a la luz. Tras descubrir para su asombro, que Auguste se encontraba a unas cuantas mesas de él, enfrascado en su lectura. Decide acercarse le y saludarle, tras esto, charlan otro poco y Tsukune practica uno de sus conjuros nuevos sobre Lambert, el cual, se recuperó de algunas magulladuras, para luego descubrir, que su amigo guardaba bajo su capa a su familiar (Invocación de los magos, con la cual hacen un pacto en el que esta le acompañaría por el resto de su vida, estando siempre a su disposición) un cuervo, algo que a Aono, trajo horrendos recuerdos de su infancia, la cual, contó sin dudar a su nuevo compañero. Estos recuerdos eran oscuros, y en ellos se relataba la muerte de su abuela a manos de una bandada de cuervos, algo que le marcó de por vida. Tras esto, intercambiaron unas cuantas palabras, las cuales hacían referencia a un antepasado del propio Lambert, el cual estaba muy relacionado con un cuervo. Al final, quedan con que Tsukune, buscaría información sobre aquel misterioso antepasado entre los libros de su estantería, mientras Auguste, se encargaría de la biblioteca hasta que el propio Aono hubiera dado por imposible encontrar nada entre sus libros.


Segundo día:


Por la tarde, decidió pasarse por el patio, donde vio para su asombro, como un pequeño grupo de personas se había congregado alrededor de un chico de pelos azules, y que una de esas personas, era su nuevo amigo Auguste Lambert, el cual parecía conocer bastante bien al peliazul. Cuando se acercó, saludó al grupo y entabló conversación con Lambert, para luego, recibir una proposición por parte del chico de pelos azules, el cual se hacía llamar Alexuto Kuromaki. El aceptó, la proposición era, formar un pequeño grupo para preservar la armonía en la escuela, aunque no fuese un chico de acción, aquello le pareció divertido. Los sucesos de a continuación fueron muy confusos y nunca se llegó a ningún final, aunque desde ese mismo momento, el trío ya estaba formado.


Varios días después:

Aono paseaba por el pasillo de la torre en la cual se hospedaba el alumnado, se dirigía a su habitación, con la mente en pensamientos que ni el mismo llegaba a comprender. Cuando de repente, al pasar frente a una de las puertas, esta se abrió, y un chico de pelos negros, gafas y un cuervo que siempre le rondaba, salió de su interior a gran velocidad, como si hubiese cometido el mayor de los delitos. Ambos colisionaron, acabando los dos en el suelo, Aono sentado y Auguste frente a él, desparramado por el piso. Se levantaron como pudieron, y se reconocieron. Tras hablar sobre aquel curioso incidente, Aono descubrió, de que había salido de su habitación tan apresuradamente, porque necesitaba encontrar papel, puesto que se le había acabado todo, y necesitaba escribir ciertas ideas. Tsukune, le ofreció entrar en su habitación, la cual se encontraba unas puertas mas al fondo, donde seguro tendría papel, además, podría ojear algunos de sus voluminosos libros.

Tras entrar en su habitación, pudo comprobar que la ventana, se encontraba abierta de par en par, y según su brillante memoria, esta debía encontrarse cerrada. Con rapidez, le pidió a Lambert que se mantuviera en guardia, para luego, acercarse con cuidado a la cama en un intento por ver si algo se ocultaba al otro lado. Entonces, una sombra alada hizo aparición, provocando que tanto Aono como Auguste, dieran un salto de sorpresa. Cuando se fijaron mejor, vieron que el inquilino era una majestuosa Aguila Real, un ejemplar muy bien cuidado, el cual, llevaba un mensaje atado a la pata. Cuando Tsukune lo leyó, mando una rápida respuesta utilizando como medio, la misma ave que se lo había traído. Era su abuelo, le pedía ayuda urgentemente.

Aono, le contó lo que ocurría a su compañero, y le pidió que fuese en busca de Alexuto, pues necesitarían de su fuerza. Mientras él, prepararía un carruaje, y los esperaría e las puertas de la academia para emprender un viaje, a su hogar, donde una oscura sombra había despertado, amenazando todo aquello que siempre había amado. Tras encontrarse con ellos en las puertas de la academia, y subirse al carromato, emprendieron el viaje.


Al día siguiente:

Llegaron con las primeras luces del alba, cansados y adormecidos por el viaje, bajaron de la carroza frente a las verjas de su mansión, necesitaban estirar un poco las piernas, y el recorrer el patio principal les despejaría en gran parte. Cuando llegaron a las puertas principales de la mansión, Aono se acercó a estas con la intención de llamar, pero entonces, estas se abrieron de golpe y una figura femenina, de pelos azules y la misma edad que ellos, mostraba su enfado frente a la tardanza de los recién llegados. La chica se hacía llamar Alicia, una vieja amiga de Aono, con la cual había compartido años de su infancia, junto a su hermano y gran amigo, Bas Redurai.

Fueron guiados por la chica hacia el interior, pasando por una gran sala circular con una enorme columna en el centro, la cual, era el pilar maestro de aquella recepción. Luego llegaron a un pasillo, donde diversos cuadros de antiguos y ya olvidados cabezas de la familia Tsukune, hacían gala de su semblante en lo que hubiesen sido, sus épocas doradas. Al fondo, se podía apreciar como un grupo de sirvientes, habían atrancado una de las puertas, mientras los guardias de la casa, se mantenían en una severa guardia. Algo no andaba bien.

Una vez se encontraron con el Abuelo Tsukune en la sala de baile, este les explicó lo ocurrido, desvelando detalles oscuros de su pasado, cuando su mujer, la abuela de Tsukune, murió atacada por los cuervos. En verdad no había muerto, solo quedó mal herida con pronóstico muy grave, como su cuerpo humano no resistiría mucho tiempo… se vio obligado a utilizar una parte de la alquimia que había sido olvidada a lo largo de los siglos, y que el mismo descubrió en lo más profundo de una cripta secreta bajo su hogar.

Con la intención de redimir sus pecados, se adentraron en la habitación del abuelo, donde se encontraban las puertas de la cripta. En su interior, mantuvieron un duro combate contra unas criaturas, que habían sido despojadas de su sueño eterno para traer la muerte a la familia Tsukune, eran esqueletos armados con armas tan antiguas, como la propia cripta. Tras derrotarlos a todos, el grupo constituido por cinco personas y el familiar de Alexuto (Una loba roja llamada Flafy) Se adentraron en las oscuras entrañas de la tierra, donde tras atravesar unos pasillos, llegaron a una amplia sala, que cuyas paredes estaban decoradas con tumbas abiertas y cerradas. Pero esto no era lo peor, pues lo más macabro es que los muertos que deberían descansar dentro de aquellas tumbas, se habían alzado en armas y recorrían la sala de una punta a otra. Eran siete, cuatro se encontraban rodeando algo que se hallaba tirado en el suelo, oculto a la vista del grupo, otros dos entraban por un pasillo y uno se alejaba entre las sombras de otro.

En esa situación idearon un plan, el cual acabó con Alexuto, Aono y Alicia en el centro de la sala, habiendo conseguido acabar con dos esqueletos en un rápido ataque por la retaguardia, frente a ellos aun quedaba uno, y detrás los otros tres se habían percatado de todo y se acercaban enarbolando las armas, con intención de acabar con ellos, aunque lo mas preocupante de todo no debían ser los esqueletos… sino lo que hacía apenas unos minutos se encontraban observando… a su pies, el cadáver de un fornido y equipado soldado hacia galardón de haber muerto hacía apenas unas horas . Flafy se encontraba cerca del anciano Tsukune para servirle de protección, y Auguste, se encontraba a unos centímetros de acabar decapitado por un corte en horizontal, propinado por el esqueleto al que él había atacado. Por suerte se había agachado lo suficiente, logrando esquivar el ataque, para luego, escuchar un fuerte crujido de huesos sobre su cabeza, para que luego, el cadáver cállese frente a si descomponiéndose al tocar el suelo. El abuelo le había lanzado un conjuro, el cual había acabado con la no-vida del muerto. Ahora albergaban acechantes, a toda posible reacción de aquellos que en antaño habían caminado por la tierra y vivido sus vidas.


Situación actual: (Off: Estoy un poco agobiado por acabarlo, por lo que seguro lo ultimo no se abrá entendido bien xD)

Alexuto: Se encuentra con el cadáver frente a sí, y con un esqueleto armado con un mazo acercándose por su retaguardia.

Auguste: Te encuentras sentado en el suelo, con los restos del esqueleto desperdigados frente a ti.

Adolfo (Off: Abuelo): Tras acabar con el esqueleto, se encuentra acercándose a la esquina más alejada a la izquierda de Auguste, junto a Flafy, para dar apoyo desde la distancia.

Alicia: Se encuentra con el cadáver frente a sí, aunque tras haber acabado con el esqueleto que le tocaba, da una rápida vuelta, preparándose para recibir al esqueleto que se encontraba a punto de marcharse. Este tiene un mandoble y lo piensa descargar con fuerza sobre ella.

Aono: Falló su intento de acabar con el esqueleto por sorpresa, y ahora tenía uno frente así, el cual empuñaba un hacha de acero de una sola mano, efectuaba un tajo en horizontal a la altura del cuello del joven. También, para empeorar la situación, el último esqueleto que quedaba en la sala, lo había fijado como objetivo, y se acercaba por su espalda enarbolando dos oxidadas dagas por encima de su cabeza, seguro querría clavárselas en la espalda, en un intento por perforarle los pulmones. También se encuentra con el cadáver frente a sí.

(Off: Bueno, esto es todo hasta el momento de la cripta, muy resumido, am, también puntualizo, que el cadáver a nuestros pies lleva una armadura muy pesada, la cual está completamente desgarrada, como si una bestia se hubiera ensañado con él, además, tiene un mandoble a unos pasos de él, el cual, se encuentra tirado junto a una columna en el centro de la sala. Es bastante especial, y si nos acercamos a él, podremos sentir como si estuviera imbuida de un poder desconocido para todos. Su tacto es cálido y tiene un ligero resplandor dorado, por alguna razón, los esqueletos procuran estar apartados de ella.

Bueno, a ver como continua todo… como ya no tenemos a los anteriores moderadores… tendré que encargarme de la historia por mi cuenta… eso si… seré cruel con todos, incluso con mi propio personaje… am, y para darle emoción a la cosa, el PM es ilimitado, conociendo como somos los tres, no dudo que sabremos emplear este detalle como buenos roleros, y no nos pondremos a lanzar rayos auroras a diestro y siniestro u ataques de grandes dimensiones como si de chorritos de agua se tratasen xD)
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Erik
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Erik


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MensajeTema: Re: Renacidos en la cripta (Tema privado, solo Erik, Alex y yo podemos postear en el.)   Renacidos en la cripta (Tema privado, solo Erik, Alex y yo podemos postear en el.) EmptyDom Jun 20, 2010 5:05 pm

Homenaje a otros tiempos

Las letras desaparecen, efímeras. Las historias contadas acaban borrándose, como un mensaje en la arena de una playa lejana, como un mensaje escrito en bruma. Las letras siempre desaparecen, pero de algún modo, su mensaje continua siempre en nuestras memorias y llega a nuestras almas. Siempre está ahí. En homenaje a todo el tiempo vivido, a las aventuras y desventuras que un trío de chicos marcaron con los renglones de una historia, a los grandes amigos que los apoyaron durante aquel tiempo, y al lugar en el que comenzó su andadura. Muchas gracias a todos.

Como dijo mi compañero y buen amigo, este tema tratará de atar los cabos sueltos de una aventura tal que podría haber pasado a la historia, de no ser por los avatares del destino que nos obligaron a finalizarla. De igual forma que él, rendiré homenaje al que fue y será mi primer personaje, Auguste Lambert, el bibliófilo chico de gafas, y de su inseparable y diabólicamente molesto cuervo, Hugin.

Para mí, crear un personaje es una experiencia que va más allá del simple hecho de desparramar letras para dar lugar a alguien que usar en la historia. Un personaje siempre lleva una parte de mí, de mi personalidad, y como tal, es realmente parte de mí. Perderlo, es algo que siempre me entristece, aunque realmente no lo he perdido, pues Auguste sigue en mi mente, y algún día regresará, y con él, para desdicha del peliazul, también lo hará mi querida ave de mal agüero.

Aún así, quiero rendir este homenaje, en honor de todo lo que vivió en aquel mundo de magia, de todas las buenas y malas experiencias que tuvo que vivir, de los increíbles fenómenos y las experiencias con aquellos misterios sobre la muerte que escapan al saber humano, que escapan tal vez a la lógica. En honor a Auguste, que tantos momentos de felicidad y desdichas he pasado con él, y Hugin, el cuervo, quién ya era parte de él mismo, y quién, con sus continuadas bromas, ponía una nota de ilusión y felicidad en la cara de todos.

También quiero rendirlo a mis compañeros, a David, Aono, y a Alex, Alexuto, que tanto les acompañaron en este viaje, convirtiéndose, al igual, es un parte más de su vida, que ayudaron a hacer que ese mundo, realmente fuera real, y lleno de tantas experiencias como lo es la vida misma. Sin ellos nada habría sido igual. Gracias chicos, espero que vosotros, vuestro Alter-ego en ese mundo mágico, acompañe a Auguste cuando sea la hora de regresar.

Al foro que tanto me dio, que se convirtió en la primera morada de mis palabras. Pasamos mucho ahí, unas cosas buenas, otras malas, pero todas grandes experiencias que no merecen ser olvidadas. Al lugar en el que comencé a desarrollarme, donde descubrí el placer de escribir, que hoy día es una de mis mayores pasiones. A todas las personas que se cruzaron en los pasillos de la vida con Auguste, y a aquellos que pusieron en nuestro camino artificios y tretas destinadas a hacernos pasar alguna que otra aventura. Aún habiendo intentado hacer pasar a nuestro personajes, a nosotros, por alguna que otra dificultad, os merecéis también un homenaje por todos vuestros esfuerzos, y porque siendo sinceros, nada habría sido lo mismo sin esas dificultades.

Por último, quiero también recordar un concepto, y homenajearlo. Estas líneas finales, van dedicadas a aquellos planes que nunca fueron, y que tal vez nunca serán, aunque bien espero que realmente algún día sean. A todo aquel destino que nos esperaba, aquellos sucesos que revelaban la vida de nuestros personajes. Sus familias, su vida... Su mundo, en general. Todo esto también merece un recordatorio, pues sin ello, a pesar de quedar solo en nuestras mentes en muchos casos, ni nuestros personajes ni nosotros habrían sido lo mismo. Gracias a todo aquello que no fue, pero que espero, será.

Ahora, dado que mi compañero ya ha hecho un resumen de lo que principalmente pasó, añadiré algún trozo que llegó a ser desconocido por falta de tiempo o alguna anotación sobre los sucesos, desde su punto de vista. Se que a muchos no os va a interesar y lo saltareis (xD) pero ha sido bastante tiempo, y es la mejor forma de que todos recordemos como sucedió, además de que este homenaje se merece el puntualizar.

El viaje y el encuentro:

Aquella mañana, la carreta, tirada por dos caballos, frenaba en el patio. Vestido de abrigo largo, surgió un chico con gafas, cargado con dos pesadas maletas. A pesar de su, en ocasiones, débil salud, había logrado convencer a sus padres de que le permitieran asistir a la prestigiosa academia de esas tierras. La primera visión que Auguste tuvo de la academia que le acogería fue la del patio principal, con una destacable fuente de piedra blanca allí. Hijo de un militar y de una madre de fuerte carácter diplomático, había recibido una educación bien esmerada en ambos sentidos, sin embargo, sabía que su destino era el aprendizaje, e incluso aborrecía las armas. Ese sería uno de los rasgos que más lo harían destacar en la academia.

Todo continuó con una rápida visita al director para presentarse, e ir a los que serían sus aposentos, donde, con orgullo, vio que la enorme colección de libros había ya sido establecida. Lo siguiente, fue una visita a la biblioteca, con intención de tratar de escribir algo, una de sus mayores pasiones. Allí, tras unos infructuosos momentos carentes de la llamada de la inspiración, conoció al que sería uno de sus mayores amigos en el lugar, el de cabello azulado, Kuromaki, si bien esta reunión no se dio en condiciones normales.

Cansado, y decidiendo reposar por unos momentos, se despojó de las lentes y cerró los ojos. Lo que vio al abrirlos, no fue sino una mancha de color carne y azur frente a sí, en actitud aparentemente ofensiva y que ocasionó tal sobresalto que cercano estuvo el momento de caer al suelo de espaldas. Tras la sorpresa, y con unos ojos capaces de ver, ahora a través de un par de cristales, se inició la primera charla con el chico. Los encuentros se extenderían en el tiempo durante varios días hasta que acabara de establecerse una amistad entre ambos.

El cuervo, endiabladamente inteligente, que comenzara a acompañarlo desde el ritual de invocación, declaró como enemigo y rival el pelo de su nuevo compañero, que sufrió mil y un ataques.

Nuevas reuniones:

Revisando el volumen familiar que había heredado, y que constituía el canalizador de su magia, se sentó una mañana temprano en el patio. Aún entre el reino de los sueños, el de la realidad y el de los muertos, tan mal le sentaban las mañanas, le llamó la atención un chico lanzando con esmero conjuros de bajo nivel sobre un muro, como si practicara. Sin embargo, volvió a la lectura con velocidad, especialmente dedicándose a un pasaje referido a un antepasado admirado, Albert, con el que guardaba ciertas similitudes. Sin embargo, aquel amplio volumen acabó por atraer la atención del practicante, que acabó por preguntar sobre él. Tras una conversación algo extendida, acordaron la idea de practicar su magia en un duelo. Si bien el chico no gustaba demasiado del ámbito combativo, veía buena idea el practicar un poco.

Dado el bajo nivel en la materia de la magia que ambos poseían, y un reducidísimo catálogo de hechizos aplicables a tal situación, acabó convirtiéndose en un encuentro en el que el mismo conjuro se cruzaba una y otra vez, reduciéndose a una competición de empleos ingeniosos. El suyo fue el primero en alcanzar, así como en aplicar un movimiento llamativo, sin embargo, al final el cansancio de la mañana, y la curiosa forma septiforme que había adoptado el lanzamiento de su futuro amigo, acabaron por derribarlo. El tiempo pasó, y todo acabó con una ligeramente ridícula carrera para llegar a tiempo a las clases. Ninguno de los dos supo que Kuromaki los observó en las sombras del salón de duelos, con maléfica y astuta mirada... y tampoco repararon en que fue el que más tardó en llegar a clase.

La siguiente reunión con el chico se dio en la tarde, en la biblioteca, donde ambos acabaron por diezmar sendos volúmenes de libros. Allí comprendió la historia oculta en el pasado de su amigo, sin embargo, con velocidad se recuperó, y acabó por aceptar, e incluso le agradó, su familiar. Finalmente, tras otra conversación sobre el curioso y único volumen que portaba encima, llegaron a un trato que acabaría por desvelar cosas que mejor hubieran permanecido ocultas, sobre su admirado antepasado (Si bien esto nunca pudo llegar a ocurrir por el cierre)

Los Siete:

Una mañana, de nuevo más vivo que muerto por el mal despertar, se encontró con Kuromaki, que puso en marcha aquello que comenzó a organizar a raíz del duelo. Habló de establecer un grupo encargado de la seguridad del lugar. Más llamado por el discernir motivos ocultos tras las intenciones del chico que por el afán protector que el lugar no parecía requerir, acabó por aceptar. También lo hicieron unos cuantos más, entre ellos el que se convertiría en el miembro que completó el trío de chicos, y que a la larga compondría el Dueto de Hielo con Auguste, Aono. Por aquel tiempo, el dominio obtenido sobre la rama del hielo en la magia del agua, le habían procurado el sobrenombre de “Escarcha” y en el futuro su compañero sería conocido como “Glaciar”, lo que contribuyó al reconocimiento de tal dueto.

Aquella misma mañana, el grupo tuvo que hacer frente a su primera amenaza, si bien esta se vio resuelta no por una valerosa liza, sino por la aparición de una profesora que acabó por desenmascarar al atacante.

El inicio y la macabra aventura:

Tras los sucesos del choque y la visita al dormitorio de su compañero, donde por unos momentos se fascinó por la cantidad de libros, al tiempo que se preguntaba si el estar apilados era un buen trato para estos, se inició un suceso que lo marcaría para siempre.

El viaje pareció eterno, sobre todo llamado por el tono apremiante de la carta que el águila, Melisandre, había traído. Recorrieron el inmenso patio a las escasas luces del alba, y llegaron al lugar, donde conocieron a un par de figuras del pasado de su amigo, así como el pecado que su abuelo cometiera, y que ellos acabaron por verse obligados a resolver. Bajaron a las profundidades de un lugar habitado por la vida de los muertos, donde brillantes fragmentos de una materia azulada, cuya realidad resultaría casi imposible de creer, pues era el alma de su abuela. Combatieron el pecado en aquellas galerías de aire viciado, y llegaron a esa sala llena de muerte, una gran sala en la que su vida peligró más que nunca, con el paso de aquella cuchilla en dirección a su cuello...

(Y a partir de aquí, se acaba el discurso y los recuerdos, y comienza todo donde se quedó)

El cegador fulgor de la muerte se reflejaba en el filo del arma, mientras la risa descarnada del engendro se acercaba cada vez más. Con el corazón latiendo con fuerza, con una confianza nacida de algún lugar y con el espíritu de no caer allí, dejó caer su cuerpo, mientras elevaba el arma que su compañero le había entregado.

Mas el contundente objeto no se encontró con ningún objetivo, puesto que el que deseaba darle muerte acabó por estallar, impulsado por la arcana mano del anciano que tenía detrás. Le dirigió una mirada de complicidad y agradecimiento, mientras vislumbraba el interior de la sala. Había tenido oportunidad de ver lo que los cuerpos ocultaran cuando entraron, aquel cuerpo reciente que descansaba en el centro del lugar, aparentemente ajeno a la maldición.

Era el que más alejado se encontraba, pero le había sido encargada, al menos por el momento, el hacer de protección del anciano si se daba la situación, por lo que no podía alejarse demasiado. Sin embargo, había una situación apremiante en aquel lugar, y es que Aono había caido en un ataque en pinza que tomaba un cariz peligroso y preocupante. Además, los dos experimentados espadachines del grupo, más cerca de el que había sido atrapado, se encontraban envueltos en sus propias lizas contra las fuerzas de la muerte, que no parecían tener la intención de dejarlos volver a ver el exterior, esperando que ellos acabaran también sus días como otro más de aquellos engendros de las profundidades.

Aparentemente, la sala estaba asegurada y no había ninguno más de aquellos seres aparte de los que veían, además de que el anciano contaba con sus hechizos y la loba como protección. Avanzó apenas unos pasos al frente, sin preocuparse ya por los huesos caidos, meditando lo que hacer. Si lanzaba un conjuro desde aquel lugar, contra el que trataba de apuñalar las espaldas de su compañero, corría el riesgo de fallar y golpear al mismo que necesitaba protección, o puede que incluso la misma potencia de este hechizo acabara arrasando tanto con el cadaver como con su amigo, una de las peores conclusiones posibles.

La luz se hizo en su mente. Si no podía destruirlo, si podía frenarlo sin poner en peligro la integridad del chico, y solo requería un básico conjuro que había demostrado ser más versatil de lo que parecía.

Alzó el libro que cogía con la mano izquierda, mientras apuntaba hacía el cuerpo que esgrimía aquellas dagas, portadoras de muerte en furtiva ofensiva sobre su amigo, con la maza de la derecha. El ángulo que señalaba no denotaba un disparo al pecho, sino más abajo, a las piernas. Así, podía detenerlo eliminando las posibilidades del fuego amigo o de un desgraciado accidente.

Recitó arcanos vocablos, mientras su mente y su cuerpo dejaban sentir la fluidez de la magia hacía el volumen. Las letras del libro, abierto por una página coronada con su nombre, y con no demasiado texto en ella, comenzaron a titilar levemente, muy levemente, con un tono azulado, mientras el agua se elevaba desde estas, formando una pequeña esfera estable sobre él. Finalmente, con voz clara e inquisitiva, pronunció:

¡Latigo!

Las esfera se rompió, y un potente brazo de agua se dirigió con fiereza hacía las esqueléticas piernas del ser. Sabía que disponía de esa oportunidad para hacerlo, y no demasiadas más. Si no lograba golpearle, esperaba al menos llamar su atención cuando esa gran cantidad de líquido golpease el suelo cerca de él.

Había lanzado una moneda al aire, pero no se jugaba algo nimio, puesto que de la cara o la cruz podía depender lo que acaeciese. Todo quedaba en manos de un caprichoso destino incierto, quizás inexistente, que disfrutaba jugando con los hombres que pisaban aquel mundo, y que seguro que si existía, ahora miraba interesado como peleaban aquellas motas de polvo, con los pecados de un hombre que trató de imitar a un dios.
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