Zona baja de la ciudad, a los pies de los arboles.

El trayecto se hizo corto, ya que ambos tripulantes, se dedicaron a hablar sobre lo ocurrido. Ambas historias eran bastante desagradables, pero si hubieran tenido que escoger al que peor lo había pasado, no habría ganado ninguno de los dos, puesto que la pequeña se hubiera alzado por encima de sus cabezas, algo de lo que prefirieron no hablar para evitar entristecerla más de lo que estaba.. Las primeras casas arboladas empezaron a verse sobre sus cabezas, a la par que algunos aldeanos paseaban por las pasarelas que unían los hogares entre sí. – Ya hemos llegado a Leira. –Dijo en un tono un poco más alto para que la pequeña lo oyese, deseando que la visión de la ciudad la apartara de aquellos tétricos pensamientos que le estarían rondando por la cabeza. – Solo necesitamos encontrar algún guardia que esté de ronda… - Mientras hablaba, sus ojos se movían rápidamente en todas direcciones, intentando encontrar alguna pareja de guardias, o cualquiera que pudiese ayudarlos.

Mientras avanzaban, la multitud de casas sobre ellos aumentó considerablemente, seguramente se encontrarían casi en el centro de la misma. Algunos habitantes, al desviar su mirada al contenido de la carreta, no pudieron evitar mostrar una profunda sorpresa, mezcla de terror y pena. Otros, cuchicheaban entre ellos, y algunos, se largaron corriendo del lugar, seguramente para avisar a los guardias, algo que agradeció Siete, puesto que a los pocos minutos, un pequeño grupo de tres guardias, bajaba corriendo una escalinata cercana pidiéndoles que se detuvieran. – Buenos días guardias… necesito ver a Temar… o a Gunter… traigo malas noticias y… peores presentes… - Dijo sin poder evitar mostrar una mueca de pena, al girar su cabeza hacia la parte posterior de la carreta. – Díganles… que quien los llama es Siete… y que el asunto… es bastante trágico... – Dicho esto, se volteó hacia los guardias, a la espera de que estos actuasen en consideración a la situación.

El paso de las bestias de tiro era unísono en aquel corto trayecto. Llegaba a su mente y rebotaba en recovecos desconocidos hasta desaparecer. También la voz de Siete llegaba allí y, aunque contó lo sucedido, se mostró algo ausente. No podía soportar estar tanto tiempo cerca de aquellos cuerpos, cerca del olor de la sangre y la muerte. Temía despertar algo que debiera haberse mantenido encerrado para siempre, temía convertirse en ese algo... Temía que ese algo durmiera dentro de él, o peor aún, que ese algo fuera él. Así, pasó el viaje en un doble mundo, en su mente, tratando de relajarse ante aquello, y en el mundo que habitaba, conversando con aquel hombre, con su susurrante y pausada voz.

Pronto, el trayecto finalizó y llegaron a la ciudad. Había estado varias veces, pero sin duda seguía sorprendiendole... Aquella telaraña arbórea era un verdadero logro, que crecía cada día más. La civilización extendía sus alas hacía el cielo, y cada vez llegaba más alto, lo veía todo desde arriba, sin temor y con ese sentido de ser superior.

Algún día han de caer -Le susurró algo en el interior de su mente- Y pretenderás que yo sea el artífice de tal caida... -Contestó su pensamiento- Comienzas a conocerme bien, para solo ser el resultado de tu locura...

No contestó... Podía ser un loco, o podía ser mil cosas más, pero lo que no sabía es si su compañero eterno era el resultado de esto, o si tendría que llevarlo consigo siempre... Quizás era el estigma que pagó por algo que siquiera recordaba...

Volvió a dirigir su atención a lo que le rodeaba. Algunos habitantes del lugar los miraban intrigados, otros, temerosos, y algunos parecían mostrar compasión. El vampiro se sentía algo inseguro... No se le daban bien los lugares atestados de gente. Quizás también temía el comenzar a llamarlos presas y lanzarse sobre ellos.

Su improvisado compañero hablaba con un trío de hombres que acababan de llegar. Parecía pedir una reunión con alguien, para comunicarle las malas noticias. Erik se mantuvo callado. No sabía que decir en aquella situación, siquiera era del lugar.

Solo se escuchaba el sonido de la vieja rueda de la carreta, un sonido de sangre y muerte... un sonido acompañado de los cuchicheos de los aldeanos, todos miraban horrorizados el interior de la carreta y apartaban la mirada, para después cotillear en voz baja sobre ellos, la gente comenzaba a hablar sobre aquellos tipos extraños, empezando a expandir extraños rumores, cosas ciertas y cosas no tan ciertas... pero pocas cosas parecían positivas (Mala fama, siempre puede cambiar cuando se sepa lo que pasó)

La gente comenzaba a aglomerarse alrededor de los extraños, una de las noticias mas recientes y interesantes que pisaba ahora mismo la zona baja de la ciudad, era demasiado llamativo todo eso, para no darse cuenta de esos extraños, gracias a ellos tres guardias se percataron y fueron en pos de los extraños, terminaron de bajar corriendo las escaleras.

-¡Alto!

Dijo el que iba enfrente a los otros dos, estaban posicionados en forma de triangulo, el que estaba enfrente no tenia ningún tipo de armadura, la verdad no parecía un guardia por la vestimenta, llevaba una camiseta de tela de color violeta oscuro... y unos pantalones del mismo color pero aun mas oscuros, también llevaba una bufanda blanca, quizás un poco beige, la cual ahora mismo estaba siendo mecida por el viento, dando a aquel tipo, un poco de estilo, el pelo lo tenía medio-largo, un par de mechones caían por su frente incluso algunos tapando un poco sus ojos, desde la nuca, le salia una larga y fina coleta, la cual parecía un cordel, esta pasaba por su hombro y caía sobre sus manos, las cuales estaban sosteniendo una gran espada, aparentemente pesada, bastante pesada, parecía bastante vieja, pero aun así ese filo en tal mal estado, daba la impresión de que te podía cortar en cuestión de milésimas.

-¡Antes de nada identifíquense!

Dijo el hombre que los observaba a los dos, el no confiaba en ellos, tenían toda la pinta de que no iban a traer paz precisamente, la actitud de los aldeanos pareció cambiar, con la aparición de este hombre de cabellos violetas, la gente dejó de hablar de los extraños para hablar de aquel extraño guardia... mientras todo aquello sucedía detrás de el habían 2 soldados con armadura, los cuales observaban la situación... la armaduras eran exactamente iguales... daba la sensación de que eran la misma persona.

-¡Antes de nada identifíquense!

Parecía ser que sus palabras habían caído en saco roto, estaba algo molesto por la situación que acababan de pasar hacia apenas unos minutos y la exigencia de aquel guardia no ayudaron a relajarlo. Aunque bien sabia, que si pensaba en la situación en la que se encontraban, con un carro lleno de cadáveres, armas y desconocidos, la actuación del soldado era de las mejores que se podía esperar.

- Mi nombre es Siete, llegué ayer a la ciudad y me uní a la guardia, vivo en una casa del centro. - -Cogió un poco de aire, pues las palabras las había dicho sin respirar siquiera. - El certificado que lo demuestra lo tengo aquí. - Por suerte, antes de salir de su casa, pensó en que tal vez sería necesario llevar la identificación, por si le preguntaban los guardias o se metía en problemas... y que mala suerte que fuese a ocurrir lo segundo. Metió la mano en una costura de su pantalón, dentro se encontraba un papel cuidadosamente doblado, el cual sacó de su interior para luego, desdoblarlo varias veces y haciéndole entrega de este al soldado.

- Esta mañana he salido al bosque para explorar los alrededores... como dentro de poco empezaré mis guardias quería conocer bien el terreno... entonces... - Se giró un poco apartando a la vez un poco su cuerpo, para que el guardia pudiera ver mejor el contenido del carromato. - Me encontré con que un grupo de malnacidos habían asesinado a dos lugareños... - Apuntó con su mirada a los dos cadáveres que se encontraban a la vista, para luego, posarla sobre la pequeña que ahora, se encontraba con la mirada perdida entre las copas de los arboles, pero mostrando siempre el mismo semblante de tristeza y soledad. - y si no llego a actuar a tiempo... hubieran hecho lo mismo con la pequeña... - Se volvió para mirar al guardia, para luego, agarrar uno de los "sacos" con su mano derecha, para luego, de un fuerte impulso sacarlo del carromato arrojándolo contra el suelo de ese mismo lado. Por el peso y la resistencia que ofreció, no podía ser el que había decapitado, por lo que solo quedaban los otros tres. - Hay tenéis a uno de los culpables... en total fueron tres contra los que tuve que enfrentarme... - Entonces dirigió su mirada al chico que el acompañaba.

- El se enfrentó con otro en un lugar bosque bastante cerca de la ciudad... es el único que está vivo de los cuatro. - Cuando terminó, se volvió a poner en la posición del principio, con la mirada fija en el guadia que se encontraba frente a el, a la espera de alguna respuesta.

Los curiosos empezaron a rodearlos. Era una situación previsible, puesto que no era algo que se viera todos los días. Además, estaba seguro de que él era una de las principales habladurías. Pocas veces había sido visto en la ciudad, y ahora acompañaba a un guardia en una carreta cargada de muerte, y vestido con una capa idéntica a la de varios de los cuerpos. Se sentía algo nervioso, aunque no dió señas externas de ello.

Pronto, un grupo de guardias se personó en la zona. El que parecía liderar la situación, era un hombre llamativo, de cabellos violáceos, rematados por una larga coleta, y ropajes de similar tonalidad. Además, esgrimía, en posición de preparación para reaccionar si algo salía de forma imprevista, una gran espada de aspecto antiguo, si bien peligroso. Estaba acompañado de dos jóvenes muy parecidos, casi idénticos. Tal vez eran gemelos.

-¡Antes de nada identifíquense! -Tronó su voz, nada más llegar a ellos. El ámbito de los cuchicheos cambió de materia. Pronto, su compañero se apresuró a responder, mostrando un documento, que debía de acreditar su labor. Poco a poco, fue relatando lo sucedido, e incluso dejó caer uno de los cadáveres de los atacantes frente a sí, denotando una poco común falta de cuidado con los cuerpos. Mucha gente no trataría de esa forma siquiera a un asesino, tal vez esperando algún tipo de castigo divino, o el recibir la tortura del alma atormentada. Finalmente, habló del propio Erik, que se había mantenido callado durante gran parte de la conversación.

Así es... -Afirmó, para luego presentarse, como siempre con voz suave, tranquila y pausada - Mi nombre... Es Erik Blacksoul. Soy... un simple vagabundo, que fue... atacado mientras continuaba... mi viaje - Hizo una pequeña pausa para tomar aire- Logré derrotarle... y dejarlo inconsciente... -Decidió puntualizar un dato que había descubierto durante el registro- Además, pude notar... una marca llamativa en su brazo... Pienso que puede... ser importante.

Aparentemente, eso era todo lo que tenia que decir por el momento. Sabía que su aspecto no parecía llamar a la confianza, y más aún el ser un total desconocido en la zona, sin embargo, esperaba que aquel hombre creyera lo que narró.

La confianza es importante... Luego puedes traicionarla con mucha más facilidad... -Resonó en su mente otro de aquellos aterradores consejos.

El guardia de cabellos violetas miró fijamente al chico que se encontraba sacando según el un documento de identificación, pero el nunca bajó la guardia, mucho mejor estar seguros, no quería sorpresas, avanzó un poco y cogió el documento de mala gana, observandolo cuidadosamente para verificar la verdad de sus palabras, El guardia volvió a posar sus ojso sobre el otro supuesto guardia y le entregó el papel... parecía que todo estaba en orden, con una sonrisa le dió un golpe en el hombro y como si fuera otra persona dijo en un tono amistoso:

-A si que... os asaltaron.

Dijo mientras se acercaba al capullo que yacía en el suelo, deshaciendo el nudo y descubriendo el cuerpo de uno de esos supuestos asaltantes, aunque era un mal nacido, era una persona y Flay no puedo evitar apartar momentaneamente la mirada del cuerpo, era un poco desagradable, se puso de pie y le dio una ligera patada, poniendo el cuerpo mirando al azul cielo.

-Este esta muerto...

Dijo mientras miraba a Blacksoul, en teoria uno de los que estaban en la carreta deberia estar insconciente y no muerto, quería echarle un vistazo a esa "marca" de la que hablaba.

-Gunter y Temar no se encuentran aqui desgraciadamente, pero yo podré atenderlos, soy Flay.

Flay miró hacia atras, a los dos guardias que estaban en su espalda, los cuales retrocedieron con los mismos pasos y movimientos... los cuales entendieron que debían presentarse.

-No-nosotros... S-somos...Suars...y...Weis

Dijeron los ahora comprobado gemelos complementando sus frases... Flay miró al frente de nuebo y posicionandose al frente del carromato empezó a buscar con la mirada al asalatante insconciente.

-¿Podrías enseñarme esa marca de la que hablais?

Así es... - La voz de su acompañante sonó como en el momento de haberlo encontrado, tranquila y pausada, algo que le llamaba bastante la atención, y por alguna razón. le recordaba en algo a si mismo, aunque no sabría decir en que.- Mi nombre... Es Erik Blacksoul. Soy... un simple vagabundo, que fue... atacado mientras continuaba... mi viaje -Tomó un respiro, parecía que le costase mantener largas conversaciones - Logré derrotarle... y dejarlo inconsciente... Además, pude notar... una marca llamativa en su brazo... Pienso que puede... ser importante.

El dato de la marca era nuevo para Siete, quien sin poder evitarlo, giró su cabeza para poder observar el contenido de la carroza. La niña seguía quieta, frente a los cadáveres de sus padres, una imagen muy deprimente. Y cuando miró al grupo de asesinos que tenia tras de si, vio al único de estos que se encontraba atado y sin tapar. En un principio había poca diferencia con el resto, pero tras fijarse mejor, denotó pequeñas diferencias en las costuras de su ropa, ademas de que tenia en uno de los brazos, en una especie de brazalete, una marca en la cual no había caído con antelación. -"¿Seria el jefe de la manada?" - se dijo para sus adentros mientras volvía su mirada al guardia que se encontraba frente a el.

- A si que... os asaltaron.

Parecía que la situación había quedado aclarada, algo que alivió bastante a Marcus, quien no pudo evitar destensar sus músculos y quedar con un semblante mas relajado, siempre alerta, pero tranquilo. Cuando el soldado destapó al asesino, vio como su mirada se desviaba momentáneamente, algo que extrañó un poco a Siete. El que había matado a aquellos infames, para luego cargar con sus cuerpos hacia un carromato, parecía no llegar a comprender el gesto del soldado, el cual, debería haber matado muchas mas personas que el, aunque eso no fuese capaz de recordarlo. -"Quizás, antes estuviera acostumbrado a tratar con la muerte" - Pensó para sus adentros.

La verdad, es que de la noche a la mañana, su comportamiento había cambiado repentinamente, ya no tenia ese hablar pausado, ahora podía entablar una conversación fluida sin problemas, ademas... había matado... pero esto no era lo que le enturbiaba, sino la forma en que efectuó aquellos difíciles movimientos, para conseguir acabar con sus miserables vidas. Era como si los intuyese, o los recordase de forma amena, y que su propio cuerpo, se diera cuenta de ello y efectuase cada movimiento por su cuenta... el en el combate, solo era un simple espectador que cuyo cuerpo labraba un camino de sangre guiado por un instinto superior a su razón. El mismo que de la noche a la mañana, había cambiado su forma de ser tan repentinamente. Tendría que buscar respuestas.... pero a su debido tiempo.

-Este esta muerto...

La voz del guardián le despertó de su ensimismamiento, y le hizo mirar detenidamente al cadáver, el cual, se encontraba con el rostro congestionado por el dolor, y los ojos perdidos por las copas de los arboles. Al fijarse bien, observó que en la garganta de este, la nuez había desaparecido, ademas de que las marcas de una bota se había marcado en su lugar, esto solo daba a pensar que aquel asesino, era el que se había abalanzado contra el con las dos dagas. De las cuales una ahora adornaban su cinto.

-Gunter y Temar no se encuentran aqui desgraciadamente, pero yo podré atenderlos, soy Flay.

El que los dos guardias que le habían encontrado en un principio, y le habían hablado de como era su mundo no se encontrasen en ese momento en la ciudad, desalentó un poco a Marcus, la verdad es que le hubiera gustado conocer sus opiniones al respecto. Pero como no se puede tener todo lo que se tiene, debería conformarse con aquel guardia.

- Encantado de conocerlo, mi nombre es Siete - Dijo en tono amistoso, pero sin perder la compostura. Entonces se fijó en los guardias que lo acompañaban,por alguna razón, sentía un fuerte nerviosismo proveniente de ellos, el cual, quedó aclarado cuando hablaron.

-No-nosotros... S-somos...Suars...y...Weis

-No hay por que estar tan nervioso... soy nuevo ne la guardia, por lo que como mucho podríamos llegar a compartir el mismo rango, incluso podríais estar por encima mía. - Dijo con una leve sonrisa en los labios, aunque la idea de recibir ordenes de dos personas tan inseguras no le apetecía demasiado. - Aunque claro, todavía no conozco los rangos de la guardia... - Dijo esta vez con un tono mas pensativo, mientras dejaba su mirada perdida entre la hierba a sus pies. - Pero supongo que en un principio tendré el mas bajo. - dijo para acabar, mientras volvía a depositar su mirada sobre los dos guardias que acababan de presentarse.

-¿Podrías enseñarme esa marca de la que habláis?

Marcus, en un movimiento casi automático, se volvió hacia los asesinos, y con su fuerte mano derecha, agarró al que estaba inconsciente por la ropa y tiró de el hacia si, dejándolo con medio cuerpo fuera de la carreta, mientras que de un tirón, arrancaba el brazalete teniendo cuidado de no romperlo por la parte del signo, para luego, entregárselo al guardia en las manos para que pudiera ojearlo.

-Creo que era el jefe del grupo. -Dijo mientras soltaba el brazalete y se quedaba agarrando por el cuallo al asesino, por si este decidía despertar de repente.

Aquel papel parecía atestiguar la identidad de su improvisado compañero como uno de los protectores de aquella ciudad. Le resultó curioso el descubrir que era un extranjero de reciente llegada. Quizás estaba familiarizándose con los alrededores al momento del incidente. Esa era sin duda la explicación más lógica. Sus causas parecían diferir, pero ambos eran extranjeros en tierras nunca vistas. Y aunque no lo supiera, su situación era más parecida de lo que siquiera cabía imaginar. Empero, sin duda poseían historias pasadas bien distintas, y quizás un presente bien diferenciado.

Contempló en lacónica expectación la reacción del hombre ante el cuerpo. No estaba seguro de que esa fuera una imagen que causara buena impresión sobre el desconocido recién llegado que constituía, aunque el cambio en la personalidad del guardia parecía atestiguar lo contrario. Esperaba, o mejor dicho deseaba, que las gentes del lugar se lo tomaran por igual. Quizás si causaba una buena impresión, y esperaba que influyera el que su asaltante continuara con vida, lograra que alguien le hablara sobre la persona que buscaba.

Un pensamiento algo pragmático, pero no quedaba otro camino más que el que otras personas guiaran las estelas de sus pasos. Él solo disponía de la marca de salida, y sin un camino sobre el que navegar, no podía iniciar su carrera. Durante mucho tiempo, había remado en un mar oscuro, sobre un embarcación debilitada y lenta, con destino incierto. Ahora tenía claro que no podía hacerlo solo. Necesitaba que la gente pusiera las lámparas que señalaran el recorrido. Aquel lugar, tal vez le brindara una nueva oportunidad de encaminar el rumbo, y si no, quedaban numerosos más en aquel extenso mundo. Posiblemente lo que había caminado apenas era una mísera porción.

Fuera de la introspectiva realidad de la mente, el vampiro prestaba atención a los contradictorios movimientos del hombre. Primero parecía rozar la repugnancia, pero más tarde, golpeaba el cadáver. Una reacción bastante extraña para alguien que demuestra el no estar acostumbrado a la muerte, pero después de ver el cambio de personalidad sufrido por un simple documento, resultaba claro que aquel hombre sabía separar su identidad en dos facetas, una más humana, y otra fría, tal vez la máscara de guardia que llevaba sobre su verdadero ser.

Los conocidos que el improvisado compañero mencionó no se encontraban presentes, pero el mismo hombre se mostró predispuesto a atenderlos. Reveló Flay como su nombre, mientras los otros dos acompañantes daban nota de los suyos. Parecían poseer una extraña sincronización casi mágica, aunque se mostraron bastante asustadizos en un principio. Su compañero, que cabía añadir se mostraba más tranquilo que antes, trató de tranquilizarlos hablando de cuestiones de rango que no llegaban a interesarle demasiado.

Pasados unos momentos, y la casi irrelacionada conversación con los dos chicos, llegó el momento de hablar de aquella extraña marca.

El vampiro miró a su atacante. Aún continuaba maniatado y atrapadas las piernas en el abrazo de su propia vestimenta, ahora forzada cuerda apresora, y el golpe había sido tan fuerte que continuaba en un mundo ajeno a la realidad, forzado a dormir, pero por suerte lejos del mar de la muerte. O al menos de momento, puesto que le sorprendió la reacción de su compañero.

Antes de que Erik lograra indicar, en aquel horrendo cúmulo de muerte y sangre, quién era el que continuaba entre ellos, con los vivos, el nuevo guardia se movió como un autómata, con movimientos calculados y reflexivos, atrayendo para sí al hombre y dejándolo en una posición poco cuidadosa, mientras desgarraba la marca por la que había sido identificado y la entregaba al hombre de vestimenta violácea. Durante todo momento, el nuevo guardia no soltó la presa que atenazaba, como la feroz garra de un cangrejo, el cuello del hombre. No podría hacer demasiado, puesto que en el tiempo en que se libraba de las ataduras, habría sido reducido, pero seguramente Siete aún guardaba la ira de los sucesos. El pensamiento del vampiro se reafirmaba así.

-El dolor y la muerte ...solo generan un círculo... que se repite sin parar. Eso es lo que ibas a pensar ¿Verdad?- Resonó la voz de desesperanzas en su interior, con burlesca nota del lento discurso de su anfitrión

Siete hizo mención a la posibilidad de que aquel fuera realmente el que lideró a los demás en su macabra misión. El vampiro recordó algo rápidamente. Algo que notó mientras apostaba su vida a una lucha de capa y espada, término que sin duda se adaptaba literalmente a tal lance vivido.

-Había algo llamativo... Recuerdo... Recuerdo que el hombre iba... perfectamente equipado...- Se detuvo por un segundo, trayendo a su nublada mente los fragmentos de lo vivido- Llevaba numeroso armamento... Nunca me crucé con un... asaltador tan provisto... Y no eran objetos simples... Sino que parecían de calidad... Casi... Me atrevería a decir que... se trataba de alguien listo para... llevar a cabo una tarea calculada... –Terminó, revelando al hombre aquellos datos perturbadores, que posiblemente también Siete hubiera notado, o que aquellas frases puede que le hicieran notar...

No parecían vulgares bandidos, y estaban demasiado organizados y bien equipados para tratarse de salteadores. Sus ropas oscuras buscaban el ocultarse entre las sombras para dejar caer el aguijón de la muerte, una afilada hoja de acero resplandeciente, sobre la presa. Los bandidos aparecerían en grupo numeroso, despedazarían al desdichado objeto de su pillaje, y se llevarían lo suyo. Sin embargo, ellos eran pocos y trataban de que el desprevenido no llegara a saber jamás lo que había acabado con su vida. Si realmente eran profesionales, puede que hubieran tenido suerte al haber notado su presencia.

Dirigió su mirada a la chica que se removía cerca de lo que antes fueran sus padres, si bien ahora solo eran una carcasa vacía, cuya esencia había desaparecido con la luz que observaba desde el interior de sus pupilas.

¿Había algún secreto que la rondara?