Excursión a las cavernas de hielo

El sol estaba oculto tras unas grises nubes, las cuales estaban dejando caer un manto blanco sobre la superficie de las cordilleras de Deferentong y todo lo que había en ella, incluyendo a los presentes, los arboles que en teoría deberían ser verdes ahora eran blancos debido a las continuas nevadas a las que tenían que soportar sin rechistar, ahora mismo una ventisca azotaba las blancas cordilleras, el frío era casi insoportable, cualquiera sin el abrigo correspondiente podría morir congelado en aquel lugar.

En el suelo nevado, se podían distinguir unas huellas, que estaban a punto de desaparecer debido a la actual nevada, eran huellas de un pie pequeño, la distancia entre pasos no era muy grande por lo que la persona en cuestión no debería ser muy alta, las huellas ascendían hacia arriba, muy arriba, hasta llegar a una caverna en lo alto de una montaña, estaba muy alejada de las demás cuevas y su entrada era de las mas grandes de el lugar, se podía notar que en su interior no había nada mas que hielo, no por que desde la distancia se pudiera ver el sol reflejado en aquellos cristales de hielo, no, si no también por que en la entrada se podían distinguir unas enormes estalactitas y estalagmitas de hielo.

La ventisca comenzaba a empeorar, algunos arboles estaban siendo azotados hasta el punto de caer al suelo, provocando quizás la herida de algún animal o persona, era demasiado peligroso estar ahora mismo a fuera y hasta los animales buscaban refugio en las cavernas, ahora mismo el lugar mas seguro, a no ser por las criaturas en las que algunas habitaban, aunque bueno... no necesariamente tenían que ser agresivas, siempre hay excepciones para toda regla, desde lo lejos se podía divisar como en la entrada de la caverna marcada en el mapa de la misión, unas especies de sombras pequeñas y alargadas entraban allí con unos rápidos y raros movimientos.

Según la nota en el gremio el niño debería estar allí arriba, deberían entrar ya, si no querían morir congelados o aplastados por un árbol, en esa cueva se encontraba su suculenta recompensa, no podían dejarlo escapar, debían salvar una vida y si eso no era suficientemente gratificante para ellos o si simplemente les daba igual, después de esto recibirían su premio, solo deberían traer al chaval de vuelta...

(Off)

Bueno, creo que ya saben como funciona esto, pero por si acaso lo explico, tienen que rolear su llegada y si vieron la nota del gremio, perfectamente podreis rolear en la misión sin saber nada de ella, eso si, que al menos 1 del grupo debería saberlo, por lo que si no sería un completo lio)

Llegó sin nada puesto, el frío le llegaba a los huesos, hacia tanto frío que parecía que ardía, no mas extendió sus brazos y una estrella de 8 puntas apareció en el suelo rodeando su cuerpo con energía mágica y dandole protección contra el temporal durante algo de tiempo.

Una vez levantada la barrera, habiendo observado previamente el cartel del gremio, vió unas huellas muy pequeñas en la nieve que comenzaban a borrarse, las cuales se dirigían a una cueva.

Al entrar en dicha cueva observó muchos cristales que el tiempo ha hecho eternos.

Es un buen sitio para un ermitaño...

Si señor, había hecho una broma, aunque no tuviera mucha gracia...

Al poco tiempo de que llegara aquella chica, se distinguía la sombra de alguien entre toda aquella tormenta, al aproximarse a la entrada de la cueva se veía claramente una persona muy misteriosa, todo su cuerpo estaba cubierto, llevaba una gran gabardina que cubría desde mas abajo de sus rodillas hasta su cabeza que la cubría una gran capucha, la capucha dejaba ver su rostro, pero este estaba tapado por una mascara que le cubría la nariz y la boca y sus ojos estaban cubiertos por unos goggles de una tonalidad oscura que no dejaban ver sus ojos, por ultimo unos guantes cobijaban sus manos de aquel frío extremo, todas sus ropas eran negras, ese color le hacia muy llamativo en aquel blanco paraje..

Al entrar a aquella cueva se dio cuenta de que era la chica de la otra vez, aquella de la que una vez estuvo apunto de alimentarse, pero Thánatos en ese momento no sentía necesidad de beber su sangre, pues su sed estaba saciada y no tenia necesidad de beber su sangre..por el momento su monstruo estaba encerrado..se acerco a aquella chica y Thánatos con dijo con una voz fria..

Hola, ¿formas parte de la misión?

Aquel día, la búsqueda le había llevado hasta las montañas. Las posibilidades de cualquier cosa allí eran practicamente inexistentes, pero tanto había buscado infructuosamente que ya no podía descartar absolutamente nada. El ambiente era frío, y la ventisca azotaba. Su figura de negras vestidura iba cubierta de nieve, avanzando con dificultad. Sí, el frío era algo que le sentaba bien, pero aquella tormenta de nieve comenzaba a tomar un matiz bastante peliaguado.

Junto a sus pasos acolchados por la nieve, pronto se distinguieron unas huellas más pequeñas...Quizás un niño ¿Que haría allí con el temporal que se había desatado? Las siguió con la mirada, hasta que la nieve le impedía seguirlas más allá. Con un poco de suerte, el chico se habría visto apurado y encontrado un refugio, cosa que él necesitaría si aquello seguía igual. Haciendo ofensa al fuerte viento, comenzó a caminar al lado del rastro, y pronto, a ascender.

A medida que la subida continuaba, el viento comenzaba a cobrar una fuerza arrasadora, golpeando su rostro sin piedad y haciendo difícil el mantenerse en pie. Hacía ya rato que había levantado el cuello de la capa, tapando la boca y la nariz para tratar de resguardarse lo mejor posible. El pelo se agitaba sin control, los morenos mechones llenos de la misma nieve que cubría su ropa...y por desgracia, pronto la nevada comenzaría a quitarle las fuerzas.

Suerte fue la que lo recibió cuando llegó, siguiendo las mismas huellas, a una caverna. El hielo cubría las paredes, formando cristales y formaciones de aspecto amenazador, pero aquella cueva, pese a todo, le otorgaría un protector abrazo que sería de agradecer.

Sus pasos, aún a contraviento, se acercaron más al interior. Notaba los dedos, aún manteniendolos bajo la capa, o lo que quedara de ella, doloridos e insensibles, al igual que el rostro. Finalmente, logró alcanzar el lugar, sacudiéndose la nieve de encima para evitar que lo empapara al fundirse, lo que solo podría empeorar las cosas allí.

Tras adentrarse poco, pudo distinguir a dos personas más en el lugar, sin embargo, no parecían ser los dueños de las huellas...

¿Refugiados...? -Preguntó con aquella voz pausada, y cansada por la caminata, que podría desesperar a más de uno.

No habia hecho tanto frío desde... Desde hacia dias, suerte que todo mi ser era fuego, que sino ya me habría convertido en un cubito.
El viento huracanado soplaba con tanta fuerza que no me dejaba mantener más el vuelo, asi que decidí bajar a tierra firme, sino queria que me llevara la fuerza del viento. Yo no tenia tanto frío, como lo habria tenido cualquiera otra persona u otro ser, el gen del domador de fuego me protegía -heredado de mi padre-, además de que estaba vestido para la ocasión. Una bufanda me protegía parte del rostro y el cuello, llevaba un abrigo polar, de color totalmente blanco. En ese momento no tenia frío alguno, asi que me puse a recorrer esa dichosa montaña, buscando la cueva en la que se encontraba el pobre niño, o eso decia el papel aquel del gremio.

Llegué a una especie de cueva de hielo, allí colgaban unas estalactitas enorme y en el suelo habían estalacmitas. Pero para mi sorpresa la tormenta empezó ha azotar con más fuerza, los árboles empezaban a derrumbarse y yo tenia que protegerme de algún modo, así que decidí entrar.
Allí vi a tres personas, dos chicos vestidos de negro y una chica que ya conocía anteriormente, era Lucía, la chica que había sido tan arisca conmigo, pero que aun así queria hablar con ella. Entré un poco más en la cueva y saludé, tenia que ser cortés:

-Hola a todos. ¿Venís los tres por la misión?

El lugar era tanto místico como desolador, el viento era algo menos degradante dentro de la cueva, lo cual le resultaba poco importante, su mente ya empezaba a calcular donde podría estar el que dejo esas huellas, hasta que una sombra se aproximó a la cueva, era aquel sucio vampiro, aquel parásito alejado de la mano de Dios.

Nisiquiera le miró, su mirada, fija en un punto de la cueva, estaba muerta y vacía, como de soctumbre, pero oía perfectamente lo que dijo.

"Hola, ¿formas parte de la misión?"

A esa frase, no halló respuesta, por lo tanto no respondió, de momento...

Al notar que alguien mas entraba en la cueva lo ignoro de momento, aunque fue el que mas le llamó la atención.
El último en llegar, fue aquel chico que se atrevió a tocarla, sin nisiquiera lazos familiares ni amistosos.

"-Hola a todos. ¿Venís los tres por la misión?"

Otra frase a la que no respondió, no inmediatamente.

Al ver que no llegaba nadie más, por fin, alzó la mirada, se acercó a el sujeto que llegó después del vampiro que la atacó y alzó las manos sobre él, sin nisiquiera mirarlo, murmuró algo "Luz de Meguiro..." haciendo que una tenúe luz rodeara al sujeto exausto, recuperando sus estatus degradado por el temporal.

-¿Estás mejor?-dijo con su voz serena, pero sin vida. Aún no miraba a nadie a sus respectivas caras, prefería no hacerlo ya que no le gustaba que la mirasen.

En un breve periodo de tiempo aquello se había llenado de gente, al parecer todos estábamos allí para lo mismo, “¿Tanta gente para buscar a un niño..?” todo eso le parecía muy extraño con una persona hubiera bastada para una misión de búsqueda, todo aquello le hizo pensar en que si éramos tantos era por que la misión era realmente peligrosa.

Thánatos se subió los goggles a la frente para ver mejor la continuación de la cueva, pues los llevaba para la luz que tanto odiaba, al quitarse los goggles se podía apreciar sus rojos y fríos ojos.

"Hola a todos. ¿Venís los tres por la misión?"

A la pregunta de aquel joven Thánatos asintió con la cabeza mientras miraba las profundidades de la cueva, tras un leve silencio, comenzó a caminar siguiendo las huellas, atento a cualquier imprevisto...

Parecía que aquellos dos no serían los únicos que encontraría aquél día. Pronto, uno más entró en aquel lugar...Parecía demasiada gente como para rondar en la misma cueva el mismo día, y las huellas del camino daban que pensar. La frase de recien llegado terminó de aclarar la situación.

Aquellas personas estaban allí por un encargo...Él mismo había hecho alguno en aquellos años, y solían darse grupos tan variopintos como ese. Un hombre cubierto de arriba abajo por ropajes oscuros, una joven con poca vestimenta para el clima y un chico de cabellos de azabache y ojos de un verde brillante.

Yo...llegué buscando refugio...de la ventisca. Unos asuntos...me hicieron acudir...a este lugar -De nuevo, la voz mostró pausa, anuque no era la de la indecisión. Más bien, parecía que no estaba totalmente acostumbrado a aquello.

¿Que es...lo que buscais? -Esta vez, mostró un tono de interés. Lo cierto es que tal vez pudiera expiar aquello que hizo tanto tiempo atrás, en sus primeros pasos como aquel ser. Fueron vidas malvadas las que arrebató así como así, fruto del descontrol, pero aún malvadas, las vidas debían pagarse con algo equitativo, o al menos a esa lógica llegó su confusa y desordenada mente tras el suceso.

Fue entonces cuando la chica hizo algo. Se acercó , sin posar practicamente sus ojos sobre él y, murmurando algo, convocó a un resplandor tenue a su alrededor. Era una sensación...reconfortante...

Si...gracias... -Fue lo que llegó a salir de sus labios. Había algo extraño en aquella chica, pero no sabía lo que era.

Una reacción destacable se sucedió por parte del extraño de los ropajes negros. Cuando apartó aquellas lentes de sus ojos...Rubíes...

¿Él es...como tú? ¿O quizás...solo es su color natural? -Pensó, dudando de si aquel era otro esclavo de la sangre. Finalmente, decidió dar unos pequeños pasos hacía el interior, apenas apartándose de los demás ¿Habría alguien más ahí?[/color]

No sabia si alegrarme o no, por tener compañia. Uno de mis compañeros era Alícia, una chica de lo más... ¿Simpática? El otro era, a juzgar por los ojos, un vampiro. El otro, el que llegó despues que yo, creo que tambien lo era, pero tenia algo extraño, no sabia bien qué era. Mi gran compañera vestia unas ropas de lo más veraniegas, no sabia por qué habia aparecido así, pero cada cual a su bola. El vampiro vestia unas ropas oscuras, en ese momento pensé que era lo más normal para los vampiros, pero cada vampiro podia vestir lo que queria. El último, el que no estaba seguro si era vampiro o no, no me fijé en sus ropas, sino en lo que ocurrió entre él y Lucía. La chica se acercó a él y dijo unas, inaudibles en aquel momento, una luz cubrió al chico de dudoso ser y le reconstituyó todo el cuerpo. ¿Era una técnica de reconstitución? ¿Un poder sanador? Bueno, fuese lo que fuese, queria aprenderlo, me encantó nada más verlo.

Me acerqué al hombre reconstituido y le contesté a su última pregunta:

-Estamos buscando a un niño. Solia jugar por aquí, pero se a perdido y su madre lo anda buscando. Como hay monstruos hemos venido nosotros, ya que podría ser peligroso para cualquier otra persona.

Me volví hacia los otros dos presentes, para que confirmasen que no iba mal encaminado:

-¿No es así? No creo haberme equivocado.

El chico al que estaba hablando entró un poco más en la caverna ¿Habría encontrado algo? Tenia ganas de empezar la misión, pero la ayuda de los demás me vendria bien, asi que me esperé.

Sin decir ni una palabra más, su mirada se dirijió directamente al interior de la cueva, así que tomando la iniciativa que nadie parecía tener excepto el chupacabras, echó a andar hacia el interior, una pequeñísima brisa, casi insensible corría por allá dentro.
Sus pasos eran monótonos, pero sin pausa y ligeros, seguía adentrándose adelantando al personaje mencionado antes, hasta que en un momento se giró hacia los que parecían ser el resto los participantes de la misión e hizo un gesto, señalando hacia dentro, esbozando una sonrisa casi imperceptible, parecía que murió antes de nisiquiera nacer en su rostro, aunque es lo mucho que ella podía o quería expresar.

Siguió caminando, esperando que los demás comenzaran a hacer lo msimo.

Escuchó como alguien comenzaba a caminar a sus espaldas, giro levemente la cabeza mirando de reojo, como se lo esperaba era aquella chica siniestra que había comenzado a caminar después de él. Thánatos echó la capucha que cubría parte de su rostro hacia atrás ya que esta le restaba ángulo de visión y debía estar atento a cualquier inesperada sorpresa..

Cuanto antes empecemos antes nos podremos largar de este lugar..

Dijo susurrando para si mismo..Thánatos miraba de un lado a otro, inspeccionando con la vista cada rincón de la cueva y buscando cualquier indicio de trampas…

Fue el chico de ojos esmeralda el que contestó a su pregunta. un niño había desaparecido en aquel lugar...Ciertamente peligroso, si tanta gente era enviada a tal lugar para encontrarlo. Se giró hacía él y comentó.

La tormenta no amainará aún...Supongo que no os importará...si otra espada se une a la búsqueda -Se le había presentado una oportunidad interesante, la de salvar una vida, puesto que un niño no sobreviviría mucho tiempo en tales parajes. Ahora bien...si les atacaban ¿Llegaría su espada a tomar la vida de un ser o se detendría ante el golpe definitivo? No estaba muy seguro... Era cierto que las vidas que tomaría llegado el caso serían las de seres hostiles, pero aún así...

Movió levemente la cabeza, apartando la idea. Ya era suficiente con aquel mar de niebla que la poblaba como para tener que llevar a cabo discusiones filosóficas en tal momento.

Mientras tanto, la mayoría ya había iniciado la marcha hacía el interior, así que decidió seguirlos a través de los brillantes cristales helados, que dotaban al lugar de una sensación estática y atemporal. El hielo se extendía hasta el interior de la gruta, más allá de donde pudieran conocer algo sus ojos. Así, inició su caminar a través del lugar, trasla chica, que seguía transmitiendo aquella extraña impresión, y el vampiro, ahora descubierto parte de su rostro, o al menos sus cabellos más allá de la capucha. Al igual que él, Erik había apartado el cuello de la capa, que usara para cubrirse del temporal, de forma que no resultara molesto. Además, la mano derecha iba bajo lo que quedara de capa, y dado el ángulo, con el codo flexionado hacía atrás, parecía que se mantuviera aferrado a algo, que no llegaba practicamente a mostrarse, más allá de lo que parecía una vara o funda negra, pero dado que apenas se mostraba fuera de la capa, era difícil aventurar que era.

Peculiar grupo... -Pensó, siendo él posiblemente el más llamativo.

La voz tentadora de la sangre se mantenía callada...

Las tres personas que estavan en la cueva eran de lo más peculiares. Aun que pensé que eso no me importaba si podiamos salvar al chico. Me adentré hacia dentro de la cueva, que es donde todos se dirigieron y, con el bastón en la mano, me apollé para no caerme con el hielo que había.
Me giré para mirar a la salidad de la cueva, el chico que desconocía la misión estaba en lo cierto, la tormenta no amainaria hasta dentro de un largo tiempo.
Yo iba el último en la cola, cuidando la retagaurdia, pero aun que queria ir el primero, por divertirme ante los monstruos, no podia dejar que mi afán de protagonismo me consumiera. Si nos habian mandado tantos a buscar a ese niño era por que tenia que ser una misión de lo más peligrosa, así que me puse alerta, con el bastón (la espada) lista para usarla cuando hiciese falta.
Avancé un poco más hacia la cueva y parecia que se veia mucho más oscuro, que la entrada, suerte que tenia mis mariposas para iluminar el camino.
Me detuve un poco para ver que era lo que los demás decian ante esa oscuridad, ya que no presagiaba nada bueno, sino al contrario, más monstruos.

El viento entraba por las numerosas salidas de la caverna, produciendo un peculiar sonido, el cual se asemejaba al lloro de algún ser o quizás el lamento de este, un sonido que estaba cargado de tristeza y desesperación los allí presentes podían escucharlo pero no era nada mas que eso, un sonido provocado por el viento y nada mas.

Las paredes de la cueva tenían ese ligero toque azulado, provocado por las bajas temperaturas, el suelo y las paredes resbalaban un poco y solo en las escasas zonas con nieve se podía saltar, o algo parecido sin llegar a perder el equilibrio y caer estampando sus fauces al suelo, los allí presentes aun no se habían dado cuenta de la presencia, de cierta amiga, la cual los observaba con sus ojos rasgados, espiándolos desde la fría nieve, oculta en esta gracias a su blanquecino color, la espía los observaba de lejos, junto a una de las paredes de la cueva, mirando como se dirigían a ella desde lejos, una vez estuvieron cerca, saco su larga y fina lengua, la cual tenia un color pálido y esta siseó.

El chico de ropas oscuras, el cual lideraba la marcha de los presentes, andaba con cuidado, buscando cualquier cosa sospechosa en aquella cueva, pero difícilmente iba a encontrar algo en aquella caverna, la cual aguardaba muchos misterios y sorpresas... un poco mas delante suyo a un lado de la pared, había una pequeña acumulación de nieve, nada aparentemente sospechoso...

Entonces cuando el chico puso su pie paralelamente al montoncito de nieve, de este surgió como si un salto hubiera dado una, especie de serpiente de blancas escamas como la nieva, con unas pequeñitas extremidades a la espalda, la cuales parecían unas pequeñas alas, la serpiente, se dirigía a la cara del chico de pelo negro, con su boca abierta, preparada para morderle.