Abasteciendome en el mercado

Región de Deferentong, ciudad Iverando, la ciudad de las nieves eternas. Justamente lo contrario a lo que yo era, un ser de fuego. Este sitio me recordaba mucho a mi madre y a su poder de los hielos, ese poder que tantos recuerdos me habia dado. Ahora ya los habia perdido para siempre, pero no estaba triste, al contrario, estaba feliz y mirando hacia el futuro.

Pero ahora lo que me rodeaba era un presente frio ¿Cómo podia esta gente rondar por estos lugares? Suerte que mi constitución fuerte me protegía, que sino ya seria un cubito de hielo. Me acerqué un rato al mercado de hielo, para comprar algunos víveres, para reemprender mi viaje por este mundo. Era un dia como otro cualquiera, si, estaba nevando, pero eso era normal en esta zona. Tenia mi bastón en la mano derecha, algo agarrotada, andaba por en medio de unos cuantos puestos de comida y se me hacia la boca agua con tantas delicias del lugar. Era el sitio perfecto para aprovisionarme de alimentos, me acerqué al puesto de un hombre con pinta de babuino y empezó ha hablarme rápido, para mí que queria liarme. Le señalé unas piezas de frutas que habian en el mostrador y él me las dio, yo le di el dinero, aun que el tipo intentó regatear yo le dije que ni hablar, así que aceptó el precio final. Así seguí mi camino en busca de más provisiones.

Una vez alcanzado su objetivo, que lo dedujo por la muchedumbre todas con provisiones y las tiendas, comida y mas comida, aterrizó en un callejón sin salida, pues le parecía de mala educación aterrizar en medio de toda esa plétora de gente.
Echó a andar a la tienda de comida, simplemente, andó sin pensar previamente en lo que compraría.
Cuando llegó a la tienda pidió con un tono suave y relajado pan de elfo y fruta de isidia.
Al entregarle el dinero siguió caminando, hacia el callejón de donde había salido, dispuesta a volar de nuevo.

Al acercarme a otra tienda mi mirada se clavó en otra cosa que no era comida. Una chica preciosa se acercó a un puesto, una chica con una melena larga y morena, piel clara y ojos... Sus ojos fueron lo que más me llamó la atención, ojos de color violaceo, unos ojos preciosos que quitarian el aliento a cualquiera, pero llenos de tristeza y frialdad. Era unos ojos que mostraban como toda su vida, una vida triste y oscura, repelta de muy malos momentos.
La chica, despues de comprar unos alimentos, se dirigió a un callenjon ''¿Por qué irá a ese sitio oscuro?'' Ya se que no era muy normal seguir a una desconocida, o lo que pensaria ella, la estaria persiguiendo, pero no pude evitarlo, seguí a la chica hasta el callejón oscuro.

NO sabia por qué lo hacia, era como si una magia extraña me atrayese hacia esa chica, pero me daba igual, algo me decia que si lo hacia descubriria algo que me cambiaria la vida.

La chica andaba hacia el callejón, percatandose de la presencia de otra persona, aunque no se fijó mucho en ella ya que no solá hacerlo,¿de qué le serviría?
Se detuvo en seco; tras unos segundos, añadió sin nisiquiera darse la vuelta.

¿Por qué me sigues? ¿Qué es lo que quieres?

Su voz resonaba en el callejón, tranquila, relajada, una voz que, como de costumbre, imbuía serenidad.

No tengo nada que hablar contigo.

Siguió caminando de nuevo, adentrándose aún mas en las tinieblas de aquel callejón, que acallaban el bochorno de la ciudad.

La chica me habló, tenia una voz como la de los ángeles. En ese preciso momento pensé ''¿Que tenia esta chica?'' Y ya me di cuenta de lo que era ¿Y si era un ángel? Corrí directamente hacia donde ella habia desaparecido, el sendero se oscurecia cada vez más, ya que estaba de lo más nublado y el callejón era algo estrecho.

No encontraba a la chica, así que decidí crear una de mis obras de arte, una mariposa de fuego. Levanté la mano derecha hasta la altura de mi pecho, miré mi mano, a duras penas por culpa de la oscuridad y empezó a iluminarse. En segundos una mariposa salio de mi mano, empezó a revolotear por mi al rededor y se acercó hasta mi cara, yo le dije susurrando que iluminara el sendero oscuro y así lo hizo.

Seguía caminando, pero se detuvo de nuevo al ver aquella mariposa de fuego.
Sin duda aquel chico no era una persona corriente, así que se digno a darse la vuelta y mirarle a los ojos.
La mariposa revoloteaba a su alrededor, creando juegos de sombras por todo el callejón, lo que la hacía aún mas hermosa, su rostro brillaba en armonía con el fuego, pero sus ojos acallaban toda luz exterior.
Dió un paso adelante e introdujo.

¿Que es lo que quieres?

Repitió una vez más, esperando una respuesta de aquel sujeto.

Me acerqué a la chica, que parecia mucho mas guapa ,con el juego de luces que creaba la mariposa brillante, que yo habia creado.
Sus ojos tan apagados y tristes me seguian llamando la atención, eran unos ojos que reflejaban la crudeza de la vida.
Me acerqué hasta donde ella se situaba, levanté la mano y, la mariposa se apolló en mis dedos, iluminando mi rostro y tambien a la chica. Me decidí ha hablar:

-Solo deseo saber quien eres.

Le contesté, intentando no denotar demasiado deseo, ni ninguna otra emoción errónea.

Mirándole fijamente a los ojos, pero sin expresión alguna, su pensamiento deseaba marcharse de aquel frío lugar, y proseguir su viaje, sabía que más aventuras le esperaban, aventuras, que quería vivir, aunque su rostro no demostrase nada.
Sin dar un paso en falso, se adelantó, para así verle mejor.

¿Quien crees que sois para desear saber quien soy yo?
Ni si quiera se quien sois vos.

Una vez dicho esto se giró de nuevo, justo cuando una brisa pasaba, llevando el perfume de sus cabellos al olfato de aquel muchacho.

Un embriagador perfume bailó por mis sentidos y al mismo tiempo que la chica de ojos tristes se marchaba, yo le cogí del brazo, intentando no hacerle daño y diciendole suavemente, para que confiase en mi:

-Mi nombre es Fénix, señorita. Perdonad por ser tan brusco con vos, pero el destino me dijo: que fuese a saber quien soys.

No sabia por qué dije eso, pero era algo que no pensaba, sino que lo sentia, como sino hubiese salido de mi cabeza, sino de... De mi corazón.
La mariposa, seguia dando vueltas al rededor nuestro, hasta que se posó en no sé que sitio, pues no me fijé para nada en ella.

Ella caminaba hacia delante cuando algo, le agarró el brazo, miró de reojo para ver que era, aunque no necesitase mirar para saberlo.
El tacto de la mano de ese sujeto el cual decia llamarse Fénix no le gustaba ni lo más minimo, en realidad, odiaba el contacto de cualquier tipo.

No me toques - dijo elevando un poco el tono y agitando el brazopara que la soltara.

En ese momento se giro y le miró directamente a los ojos, como si fuera una puñalada, los cuales se volvieron de color blanco perla y brillantes.
La mirada solo duro un segundo pero fue lo suficiente como para hacer que se girara dandole la espalda de nuevo e introdujera.

Lucía... - aún así volvió a caminar, adentrándose en el callejón.

Me dijo que se llamaba Lucía, era un nombre precioso, pero no me gustó nada como me trató. ¿Por qué me trato así de forma tan arisca? No podia dejar las cosas como estaban, por algo me llamaban el caballero de fuego. Vale, lo admito, era muy cabezota, pero era o esa chica o yo.

Seguí a la chica a través del sendero oscuro, pero antes hice que la mariposa de fuego se extinguiera. Por suerte, en mis años de entrenamiento -por mi cuenta- aprendí a ver en la más absoluta oscuridad. Seguí andando hacia adelante, intentando que la arisca señorita no se percatara de mi presencia.

Al fin ese chico se había esfumado, o eso pensó durante unos segundos.
Al llegar al final del callejón se abrieron sus hermosas alas negras y empezaron a batirse, levantando un poco de aire y polvo.

Lucía alzó la mirada hacia el sol un segundo y volvio la mirada al frente y cuando estubo a la suficiente altura empezó a alejarse de allí.

Al fin...

Llegué, al parecer, hasta el final del callejón ¿y cual fue mi sorpresa al encontrarme allí? La chica, de nombre Lucía, era un ángel, aun que totalmente diferente a mi. Sus alas negras como la noche estaban plasmadas en mi mirada, unas alas que reflejaban el mismo sentimiento que los de sus ojos, dolor.
En ese momento la chica empezó a batir sus alas, se iba y yo no podria volver a hablar con ella, tenia que hacer algo. Saqué un trozo de papel, de cuero, de mi bolsilló, escribí unas palabras en ella, con el fuego que desprendia de mi dedo y con la mariposa de fuego, que cree, de nuevo, fue a llevarle este regalo. Yo en esos momentos, tenia la esperanza de volver a verla, así que me marché para volver con mis quehaceres:

Lucía seguía volando, cada vez más lejos, alejándose de aquel lugar, lo cual le hacía sentirse mejor, aunque no mucho.

Miro de reojo hacia un lado y vió dicha mariposa que traía consigo algún trozo de cuero o algo parecido, esta pensaba en ignorarla pero la cogió.

Reúnete conmigo, el próximo dia de luna llena en las Cordilleras Boscosas de Lastong, no faltes por favor.
Fénix

Uhm... - su mirada se desvió hacia el cielo una vez mas, mientras se elevaba en el abismo de los cielos.